martes, 14 de mayo de 2013

Diario de un peregrino. Capítulo 3 (fin)


Ya el camino se acortaba. Indescriptible la sensación. Y los sentimientos. Y llegamos a Úbeda. La gente,curiosa, se acercaba a preguntar. Hicimos una pequeña parada ante el monumento a San Juan de la Cruz, junto al que habían instalado una cruz de mayo. Y llegamos al convento, entrando por la puerta que dice la leyenda que entró el santo. Tu


vimos una visita al lugar que marca el primitivo emplazamiento de la celda en la que nuestro patrón murió, y tras unos breves e intensos momentos,bajamos a la iglesia a celebrar la Eucaristía.

Una Misa solemne, sentida, emocionante, oficiada por nuestro ya amigo el Padre Alejandro. Indescriptibles los momentos que vivimos. Al final, nos abrazamos llorando, con la satisfacción de haber llegado, pero con la pena de haber terminado un camino que se nos antojaba corto, a tenor de los momentos vividos. Y todos los peregrinos unidos, en apretado haz, entonamos emocionados el Himno a San Juan de la Cruz.

Tras la Santa Misa, compartimos la comida. Entre la que también pudimos encontrar espárragos, como comiera nuestro patrón al llegar a Úbeda. 

Y por desgracia, tocaba despedirse. Para mí, y para los demás, supuso una autentica pena, con la promesa de no perder el contacto. Y la de repetir. Y así, nuestros ya hermanos se despedían de nosotros desde la puerta de la calle entonándonos, a modo de homenaje, nuestro querido Himno, también ya el suyo.

Que San Juan de la Cruz, nos guíe en el camino de la vida, y ojalá nos reúna a todos de nuevo para el año próximo. Es mi humilde deseo. Es el deseo de un simple peregrino que encontró un sentido a su camino. Un peregrino que deja parte de su corazón en Úbeda y Baeza, ahora más hermanadas en el amor al santo patrón de los carolinenses. Un peregrino sanjuanista.



FIN

jueves, 9 de mayo de 2013

Diario de un peregrino. Capítulo 2

Y a Arquillos entramos. Donde el párroco amablemente nos había cedido la casa parroquial. Tras una ducha reparadora, nos pusimos a comer. Aquí empezamos a conocernos, puesto que era el primer momento en el que podíamos compartir experiencias. Tras la comida, unas dinámicas y cantos nos hicieron la tarde amena. Y casi sin tiempo, preparamos la Santa Misa en la Parroquia de la Inmaculada.

Cantamos, leímos, acolitamos... La comunidad parroquial nos acogía con las manos abiertas en una misa que resulto brillantísima y solemne, tras la cual los Hermanos de La Carolina entonábamos emocionados el Himno a San Juan de la Cruz. Nada más terminar la función religiosa, la Hermandad de San Antón, Patrón de Arquillos nos abría su casa de Hermandad y nos regaló a cada uno una estampa del Sagrado Protector de la Villa. 

Agradecimos el gran detalle de todos los vecinos que se acercaron con bolsas de comida para ofrecérnosla, pues nos sentimos arropados y acompañados en nuestro camino. Y tras la cena, las ultimas oraciones y una noche festiva, donde compañeros se arrancaron por sevillanas, cantadas por nuestros queridos y ya inolvidables "columneros",  Manuel Ángel y Julio.

Ya tocaba preparar el saco, y todos dormimos en el mismo salón.

DOMINGO 5 DE MAYO

A la mañana siguiente, aunque despertados antes de tiempo por algún móvil con la alarma mal puesta, desayunamos los ricos pericones que los vecinos nos trajeron, y partimos hacia nuestra ansiada meta, en la segunda jornada de camino.

En un tramo precioso, recorrimos la distancia que separa Arquillos de las inmediaciones del Puente de Ariza,    al que no pudimos llegar por encontrarse bajo las aguas del embalse, pero junto al nuevo puente oramos, y recordamos el milagro de los espárragos. Tras esto, emprendimos el camino hasta la Ermita de la Santísima Virgen de Guadalupe, Patrona de los ubetenses, dónde tomamos el bocadillo, y la enfermera que nos acompañaba iba valorando las diversas "goteras" que empezaban a presentarse.

Tras el bocadillo, quedaba el último trecho. Con más ganas que fuerzas, pasamos por Santa Eulalia en busca de la ciudad de los cerros. Aquí, ensanchamos el corazón, y fue inenarrable como unos ayudaban a los que ya no podían a continuar el camino, acompañándolos, ayudándolos. En este tramo nos hicimos hermanos. En este tramo forjamos sentimientos verdaderos. Porque solo un peregrino en apuros sabe a lo que me estoy refiriendo, lo importante de encontrar una mano que te sostenga.

Y por fin, vislumbrábamos Úbeda en la lejanía.

CONTINUARÁ

lunes, 6 de mayo de 2013

Diario de un peregrino. Capítulo 1

VIERNES DÍA 3 DE MAYO

La experiencia de una peregrinación marca al creyente. Es un paso adelante para iniciar un camino material, también espiritual, para encontrarte con uno mismo, y con una meta definida. Es desasirse de toda nuestra comodidad, de lo que nos rodea, y entregarnos a la oración y el camino.

Con esa meta comencé a preparar esta, mi primera peregrinación. La devoción a San Juan de la Cruz, patrón de La Carolina, fue el motor que me ponía en marcha. Luego descubriría en mis compañeros las distintas formas de acercarse a la figura de nuestro santo patrón.

A la vez que me preocupaba de preparar la mochila con lo indispensable, también preparaba la "otra mochila". La de las motivaciones espirituales que me ponian al pie de la carretera, para recorrer aquel viaje que hiciera nuestro santo carmelita, cuando ya enfermo de calenturillas, parte de La Peñuela a Úbeda.

Y así llegó el ansiado día. En torno a la ermita de San Juan de la Cruz empezaron a llegar peregrinos de Baeza, Úbeda, La Carolina, Bailén... Lo primero fue una dinámica para conocernos. Y tras esto, una visita a los lugares que evocan la memoria del santo en La Carolina. Visitamos también la Parroquia de San Juan de la Cruz, donde el párroco nos acogió afectuosamente. Ya en el polideportivo compartimos la primera cena, y tras esta, una íntima vigilia de oración en la Ermita en compañía de la junta de gobierno de la Hermandad. La primera toma de contacto, los nervios de la inminente partida. Vuelta al polideportivo, y tras preparar el saco, a dormir pensando en la marcha.



SÁBADO DÍA 4 DE MAYO

A las 6 de la mañana sonaba el despertador, y tras un desayuno compartido, nos poníamos en marcha hacia la Parroquia de la Inmaculada Concepción. Allí esperaba la junta directiva de la Hermandad de nuevo. Pero sobre todo, nos esperaba la bendita imagen patronal, que parecía más asirse a la cruz que amorosamente abraza, invitándonos a seguirla. Momento sobrecogedor junto al patrón de los carolinenses. Tras las oraciones y la bendición del peregrino, besamos la reliquia mientras cantábamos el Himno a San Juan de la Cruz.

Tras esto, mochilas al hombro partíamos entre las calles de una Carolina que recibía los primeros rayos de sol. Desiertas sus calles, el grupo se abría camino precedido del estandarte de la Hermandad patronal, que nos acompañó hasta la salida de la ciudad. Media hora de silencios. Media hora de oración callada y directa a Dios. Seguimos la estela de la cruz, como aquel por quién peregrinábamos.

Entramos a Vilches, dónde cuenta la tradición que se halla la posada en la que recaló el santo carmelita. Alli compartimos un almuerzo, y los vecinos nos abrieron su casa y su corazón, para darnos descanso y ayuda. Una vez tomado el almuerzo, partimos desde vilches a arquillos por la antigua calzada romana. Un vecino se sumó a la marcha acompañándonos, admirado de nuestra iniciativa. Parada para el ángelus. Y a las una, entrábamos en la localidad de Arquillos.



CONTINUARÁ