En 1565, D. Alonso
Sánchez Chacón, vecino de Baeza, a la muerte de su esposa decide
retirarse junto con unos amigos a su propiedad de La Peñuela. Por
entonces, ésta era un núcleo minúsculo de población de apenas
unas cuantas casitas enclavado en las inmediaciones de sierra morena.
Administrativamente era una aldea del término municipal de Baeza. Es
entonces cuando el Padre Núnez Marcelo, inicia un retiro espiritual
con D. Alonso y sus amigos, acudiendo a celebrar los días de fiesta
a celebrar la Eucaristía en una pequeña capilla que allí existía.
Pero D. Alonso se queda
solo, y decide donar la finca y su casa a D. Alfonso de Coca,
discípulo del beato Juan de Ávila, quien forma una comunidad,
auténtico germen del convento.
El padre Núnez Marcelo
adquiere otras 40 fanegas de Tierra a la ciudad de Baeza, en el año
1572. Al año siguiente, el 29 de Julio de 1573 los religiosos
reciben el carisma carmelitano, y se inaugura solemnemente el
convento. Pero apenas 3 años después, en 1576 los frailes abandonan
el lugar, aduciendo como motivo la insalubridad del lugar.
La primitiva casita de
la Peñuela estaba rodeada de unas chozuelas de retama o jara, tan
estrechas que, entrando un monje, no cabía otro […] en estas
chozas dormían los hermanos que no cabían en el dormitorio común,
una sala a teja vana colocada encima del refectorio y la cocina.
Deducimos que el primer convento lo conformaba la casa de D. Alonso,
de dos plantas (planta baja y cámara) a la cual por necesidades de
espacio se la rodea de varias chozas de retama. Todo ello en la
proximidad del primitivo oratorio, hoy ermita.
El oratorio comprendía una pequeña superficie, construido en
piedra, cubierto a dos aguas. En la primitiva fachada destacaba un
óculo y frontón (hoy bajo el maderamen del tejado de la nave), la
pequeña espadaña y la portada (trasladada a la fachada actual de la
ermita). En su interior destacaba una pequeña hornacina, con total
seguridad dispuesta para acoger a La Santísima Virgen de las
Angustias, pequeña obra en alabastro, datada en el siglo XVI que
conservó la Parroquia hasta 1936.
No
es hasta el siglo XVIII cuando volvemos a tener noticias de la
ermita. Es en 1782 cuando el Intendente Ondeano nos informa de la
ampliación de la misma a expensas de los fieles, añadiéndose la
nave, quedando la primitiva ermita como altar mayor del edificio
resultante. Y esto sucede porque Dª Juana de la Nava y
Vozmediano, en 1.768 donó a la empresa colonizadora, su tierras de
la Peñuela y Torrecillas, poniendo la condición de construir una
ermita para venerar a San Juan de la Cruz. Este hecho resulta la más
ferviente prueba de la devoción al santo desde la misma fundación
de la ciudad, pues ya Ondeano refiere que en ese primitivo oratorio se veneraba al Santo (seguramente representado en un óleo)
Aprovechando la
construcción de la nave, se dota a la ermita de cripta y osario,
quedando ubicados bajo la nave, con escalera de acceso hoy cegada.
Posteriormente se añadiría la sacristía de forma circular. Junto a
ella se ubicaba el primer cementerio de la ciudad, anterior a la
fundación de la misma, que se vino usando hasta los primeros años
del siglo XX.