Desde la fundación de La
Carolina, los carolinenses siempre han vuelto sus ojos en caso de
verdadera necesidad hacia sus compatronos: La Inmaculada Concepción
y San Juan de la Cruz.
El culto al santo
carmelita no se detiene con el nombramiento de la Inmaculada como
Patrona de la ciudad el 9 de Julio de 1769, sino que la propia
magnitud del mismo hace que ya en la época fundacional de La
Carolina el Intendente Ondeano reconozca su patronato, anterior a la fundación de la ciudad misma, igualándose a la Inmaculada y compartiendo juntos el
patronazgo de la ciudad. Este hecho lo relata el mismo Intendente a
Muzquiz, en oficio de fecha 29 de Diciembre de 1783, y se guarda
actualmente en el Archivo General de Simancas, constituyendo la
prueba documental del Patronazgo sobre la Capital de las Nuevas
Poblaciones desde la fecha fundacional hasta nuestros días, pues
jamás se ha pedido a Roma modificación alguna:
[…]
Camarín de Nuestra Señora de la Concepción, que es
Patrona de esta colonia y la
Tutelar de todas sus Iglesias
[…]Resta solamente la adquisición de dos efigies que
deben colocarse colaterales al altar mayor: una de San
Carlos, declarado patrono de esta iglesia, con respecto al
Augusto nombre del Rey, su fundador, y otra de San Juan de
la Cruz, compatrono* aclamado por la decisión
decidida de los fieles de esta Capital, y por cuya
intercesión se han verificado del Todopoderoso beneficios
extraordinarios en esta Capital, y en cuya inmediación se venera a
este santo en una antigua preciosa ermita que se extiende en el día
a expensas de la devoción de los fieles [...]
* (Compatrono, del latín
compatronus, significa patrono juntamente con otro u otros)
Los compatronos de La
Carolina, que desde el siglo XVIII y hasta el día de hoy son La
Inmaculada Concepción y San Juan de la Cruz, van a gozar desde el
mismo instante fundacional de la devoción de los carolinenses. Ya en
los primeros años de vida de la ciudad, son constantes las tablillas
que se ponen en la Parroquia con señales de gracias recibidas por
mediación de nuestros protectores. El culto a ambos es frecuente,
dedicándose Misa todos los Viernes del año a San Juan en la Ermita,
siendo cantada de forma solemne en la Parroquia el día de su
fiesta, (aún no se contaba con imagen que lo representase). Los
sábados, se cantaba la salve y se le rezaba el rosario a la Patrona.
En palabras del primer vicario: (A la Purísima) se da el mayor
culto pues en todos los misterios o festividades de la Reina de los
Cielos, aunque no sean fiesta de precepto, se canta una Misa Solemne.
La devoción oficial a la
Patrona, y la popular al Patrón siempre irán unidas desde la
fundación en los momentos de mayores calamidades por los que
atraviesa la ciudad.
Sabemos que en época de
Olavide, el día que se sacó por las calles a la Virgen de la
Concepción, nuestra Patrona, para implorar por su auxilio
el socorro del agua que necesitaban los trigos de estos
campos, ahora tres años, estuvo tan fervoroso y calificó para todos
los que le conocían de tal suerte su amor a la sólida virtud, que
sus ojos parecieron dos torrentes de lágrimas durante la procesión.
Nos consta que al menos
la Patrona saldría una vez más en época fundacional en rogativa.
En cuanto al Patrón, sabemos que con ocasión de extenderse por
Andalucía al terminar el siglo XVIII la epidemia de fiebre amarilla,
el Intendente Carvajal dicta una serie de providencias. Por último
dispone rogativas en las que confía a La Carolina en la
intercesión del glorioso San Juan de la Cruz y de los santos Ángeles
tutelares, encomendados de su custodia y amparo.
[...]la que hoy se llama calle de El
campo, que lleve el nombre de Concepción por ser el de la Patrona de
la ciudad [...] (2 de Noviembre 1884)
Como vemos, hasta
el nombre de la calle se perdió, y la que en honor a la Patrona un
día se llamó calle Concepción, vuelve hoy a llamarse Calle del
Campo.
Sin
embargo, en el siglo XX la Inmaculada protagonizó una fugaz
aparición que momentáneamente volvió a aparecer ante los
carolinenses como la eficaz intercesora ante las calamidades que
siempre fue junto a nuestro santo Patrón:
La Epidemia de
Gripe de 1918
Es
el año de 1918 históricamente conocido por la espantosa epidemia de
gripe de 1918 (llegarían a morir unos 50 millones de personas en
todo el mundo). Esta epidemia alcanzó proporción global, causando
verdaderos dramas personales y grandes desgracias. La Carolina no va
a permanecer ajena a la epidemia.
D. Manuel Gil Cámara, Presidente de la
Hermandad de San Juan de la Cruz
en 1918
|
A moción del concejal
señor Jaúregui, en sesión de 15 de Noviembre de 1918, el pleno
trata su propuesta para que "se acuerde suspender las fiestas
de San Juan de la Cruz ante el peligro de que las aglomeraciones de
personal procedente de puntos infestados pueda determinar incremento
de la enfermedad epidémica, proponía la suspensión de
las fiestas que anualmente se celebran en honor a San Juan de la
Cruz."
A esto, el Alcalde
contesta que según informes que le facilita el Señor
Subdelegado, Inspector de Sanidad y médicos, la enfermedad no existe
en esta ciudad, habiendo sólo muy contados casos en las afueras y
aunque la fiesta es puramente popular quiere consultar con la Junta
Municipal de Sanidad a la que tiene citada para mañana a las doce.
El concejal Señor
Jaúregui le replica diciendo que en Navas de Tolosa hay muchos
atacados y diariamente dos o tres defunciones, y si la marcha de la
epidemia decrece, podrá desaparecer pronto y celebrarse la
fiesta el diez de Diciembre.
Al oir esto, el concejal
señor Gil responde que no tiene interés en que se celebren o no
las fiestas, pero a lo que no esta dispuesto es a que se
celebren en el próximo mes.
Declarado suficientemente discutido el asunto se procedió a votar la proposición del Señor Jaúregui resultando que votaron que se suprimieran las expresadas fiestas los Señores Villarrasa, Jaúregui, Gil y Pérez Plaza y que no los Señores Don Leopoldo Garrido, Don Miguel Campos, Rodríguez y el Presidente Señor Crespo.
Como hay empate se
repitió la votación ofreciendo igual resultado. En su consecuencia
se resolvió por el voto de calidad del Señor Alcalde desestimando
la proposición del Señor Jaúregui, y pudiéndose celebrar las
fiestas sin mayor problema, eso sí, extremando la precaución en
los forasteros que vinieron a las mismas.
Coincidentes con las
mismas, se produce el fin de la misma. En medio del mayor entusiasmo
los carolinenses acuden masivamente a agradecer que La Carolina haya permanecido a salvo del contagio
masivo de sus gentes. Y la fiesta acostumbrada del santo carmelita
sufre de forma inesperada una alteración. La Inmaculada va a
procesionar durante las fiestas de Noviembre de nuestro Santo Patrón
para recibir el homenaje sincero de los carolinenses por haberlos
librados de la feroz epidemia. Será la primera vez que San Juan se
vea acompañado en sus días festivos por la Reina de los Cielos, con
la que comparte el patronazgo de la ciudad.
Providencialmente, existe
una fotografía que ilustra el hecho, constituyendo de momento la
primera fotografía conocida de la anterior imagen patronal de la
Inmaculada concepción, que llegase a la Carolina el 1 de agosto de
1770.
Esta fue la última vez
que los carolinenses vieron juntos a los dos compatronos a causa de
los males que los afligían. La oportunidad de retomar el culto a
nuestra Patrona con la devoción arropada de todo el pueblo vuelve a
pasar fugaz, ya que a los ocho años de esta salida, se considera que
la Inmaculada ya recibe culto suficiente por la función costeada por
el Ayuntamiento y por los ejercicios piadosos de las hijas del
Inmaculado Corazón de María, y nuestra Hermandad decide que la
Imagen de San Carlos, Patrón del templo principal, sea a partir de
1926 el encargado de abrir el desfile procesional de nuestro Santo
Patrón, aun sin ser titular de la Hermandad, arrinconando a nuestra
regia Patrona y prestando a confusiones el Patronazgo de nuestros
copatronos (Inmaculada y San Juan) sobre la ciudad, confusiones que
se producen a partir del año 1956 y no son avaladas por ningún
documento o nombramiento que pudiera darles verosimilitud.
Diez serían los años
que San Carlos, patrono de la Iglesia acompañará al Patrón de la ciudad.
Tras la Guerra civil, volverá a acompañarlo desde la década de los
cincuenta hasta 1970, y con la salvedad de 1987, no volverá a
aparecer abriendo el cortejo procesional hasta el año 1997.
Por desgracia, este hecho
ha motivado que la Inmaculada haya sido postergada. Desde la guerra
civil, ha procesionado en muy contadas ocasiones. De forma
intermitente, su festividad se ha celebrado con más o menos
solemnidad. Por fortuna destaca este año, que por vez primera en
muchos años se le ha tributado un espléndido triduo con exposición
del Santísimo. Es de especial importancia que los carolinenses
vuelvan de nuevo sus ojos a nuestro mayor tesoro. A la que desde 1769
protege como madre y patrona a nuestra ciudad y nos espera cada día
desde el camarín de nuestra Parroquia para recoger nuestras
oraciones y presentarlas ante Dios nuestro Señor.
Dios
Eterno, Dios Inmenso,
Dios
de Abrahám, Jacob e Isaac.
Tú,
María Inmaculada,
de
Dios Madre Virginal,
intercede
por un pueblo,
que
consagrado te está.
Dios
Eterno, Dios Inmenso,
Dios
de Abrahám, Jacob e Isaac.
Al
Rey nuestro Fundador,
da
salud, auxilio y paz,
y
a la nueva Carolina,
virtud
y prosperidad.
Dios
Eterno, Dios Inmenso,
danos
la gracia final.