jueves, 26 de marzo de 2020

NOVENA A SAN JUAN DE LA CRUZ. NOVENO DÍA.


1. ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Clementísimo Dios y Señor nuestro infinito, que por vuestra inmensa piedad quisisteis que San Juan de la Cruz fuese desde niño inclinado a todo género de virtudes, y por su ejercicio alcanzase ser muy amado de Vos y de vuestra Santísima Madre, comunicándole muchas gracias y favores: Os suplicamos humildemente que por su intercesión y merecimientos nos concedáis pureza de alma y cuerpo, con las demás virtudes teologales y cardinales que este Santo glorioso practicó toda su vida, para que, imitándole en este ejercicio e inocencia de costumbres, merezcamos como Él ser amparados de Vos y de vuestra Madre Santísima en esta vida por gracia, y después gozaros para siempre en su compañía en la gloria. Amén.

2. ORACIÓN PARA EL NOVENO DÍA

Amable y excelso Padre mío San Juan de la Cruz, que por emular a nuestro dulce Redentor renunciaste hasta morir los alivios y consuelos aún celestiales, y te abrazaste con gusto con los trabajos y desprecios mayores, como se vio cuando el Señor te dijo: “Juan, ¿qué premios quieres por tus trabajos?”, que vos con generoso y soberano aliento le respondisteis: “Señor, padecer y ser menospreciado por ti”; cuyo deseo le fue tan agradable a su Majestad, que te concedió morir despreciado de las criaturas, y penando en la Cruz de cinco llagas, pero honrado con la presencia del mismo Criador; te suplicamos, Padre amantísimo, nos alcances del mismo Señor, que imitándote en la vida y en la muerte, nos aprovechen los méritos de su sagrada Pasión, por la cual nos perdone todos nuestros pecados y nos conceda perseverancia final en su gracia, mediante la cual pasemos a gozarle en vuestra compañía por eternidades en la Gloria, y también el favor que le suplicamos, si nos conviene, en esta Novena. Amén.

3. TRES PADRENUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA 
(Aquellos que lo prefieran pueden rezar el Santo Rosario)

4. PETICIÓN DE LA GRACIA

A lo largo de los siglos los carolinenses siempre hemos vuelto nuestros ojos en caso de verdadera necesidad ante la venerada imagen de nuestro Santo Patrón. A Él hemos acudido implorando protección en las grandes calamidades y pandemias que a lo largo de su historia ha vivido nuestro pueblo con la confianza puesta en su eficaz intercesión como Sagrado Protector de La Carolina.

Por todo ello, cobijados en el amparo que nuestro Patrón San Juan de la Cruz nos dispensa, pidámosle la gracia que deseemos alcanzar de Dios nuestro Señor en esta Novena.

5. GOZOS A SAN JUAN DE LA CRUZ

Pues sois Padre generoso
Del reformado Carmelo,
dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

Apenas naciste, Juan,
cuando Jesús y María
te dan la mano a porfía
para ser su Capellán;
los dos de tu parte están
para hacerte venturoso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

De inocencia revestido
en el primer Sacrificio,
de Capellán el oficio
hiciste bien, y cumplido;
por ser más agradecido
buscas siempre lo penoso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

La cruz tomas por empresa
del reformado Carmelo,
y por subir más de vuelo
te descalzas con Teresa;
si esto a todos embelesa
a tí te hizo más dichoso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

De la cumbre del Carmelo
compasivo al valle vas,
y a todo pobre le das
por sustento el pan del Cielo;
todos quedan con consuelo
de verte tan dadivoso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

Los cojos y los quebrados,
los mancos y los tullidos,
los tristes más afligidos
quedan por ti consolados;
en partos muy revesados
socorres más generoso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

Son de toda enfermedad
tus Reliquias medicina,
y universal oficina
de perenne sanidad;
a todos con brevedad
sanas siempre prodigioso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

Trabajos y oposición
en reformar padecéis,
pero todo lo vencéis
con paciencia y oración;
la mayor contradicción
sufrís blando y cariñoso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

En las alas del amor
y espinas de penitencia
subís, Juan, a la eminencia
de insigne reformador;
en este divino ardor
seguiste a Elías celoso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

De Jesús en el costado
tuviste, Juan, la morada,
no buscando gusto en nada
fuera de Jesús amado;
¡oh Querubín abrasado
De todos modos dichoso!
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

A Jesucristo imitaste
negándote a ti mismo,
queriendo ser uno mismo
en la Cruz, que tanto amaste;
en ella pues te quedaste
de más penas siempre ansioso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

Por tan crecidos favores
os llegó Cristo a ofrecer
Coronas al escoger;
mas tú eliges los mayores
desprecios y confusiones
por Jesucristo amoroso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

Siguiendo Juan este plan
en Cristo Juan se ha trocado,
y Cristo crucificado
vive transformado en Juan;
esta gracia, fue el imán,
que os hizo, Juan, portentoso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

Mil veces afortunados
dicen, Juan, ser tus devotos,
pues logran por ti sus votos
en favores duplicados;
por eso experimentados
te aclaman el poderoso.
Dadnos favor y consuelo,
San Juan de la Cruz glorioso.

6. ORACIÓN FINAL

Omnipotente Dios y Señor, que al bendito San Juan de la Cruz le concediste ser amante fervoroso de los trabajos, desprecios y cruz de vuestro Santísimo Hijo, y una abnegación perfecta de sus pasiones y apetitos: Concédenos Señor, por sus méritos y ruegos, que imitando aquí sus virtudes merezcamos en el Cielo ser compañeros de su Gloria por los siglos de los siglos. Amén.

7. ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO CON MOTIVO DEL CORONAVIRUS

Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.

Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, oh Virgen gloriosa y bendita.

San Juan de la Cruz ¡Ruega por nosotros!
Hoy concluimos esta novena extraordinaria, que ha sido, desde la fundación de nuestra ciudad, el acto más singular de culto con el que esta inmemorial Hermandad ha honrado al Santo Patrón de los carolinenses. Nunca desde entonces ha dejado de celebrarse. Y nosotros, cumplidores de la tradición, hemos escrito, un año más, una página de devoción que resume la historia de amor de La Carolina a su querido Patrón. Historia carolinense sanjuanista, pues ya desde la creación de nuestra ciudad, los colonos extranjeros reconocieron el patronazgo de San Juan de la Cruz hacia la Peñuela, anterior incluso a la misma fundación de nuestro pueblo. Por ello, La Carolina y San Juan conforman ayer, hoy y siempre, una unidad indisoluble, pues no se entendería nuestra ciudad sin la figura del Santo carmelita, ni se podría estudiar a Fray Juan de Yepes soslayando su amor a La Peñuela. Por ello quedad confiados en que San Juan de la Cruz habrá oído las plegarias de sus hijos, y protegerá a nuestro pueblo, como ha venido haciendo a lo largo de los siglos. 

En esta ocasión, hemos recuperado unos gozos de origen antiquísimo, alternados con los gozos que tradicionalmente se han venido rezando en los últimos años en la ermita. Con ellos llegaron a las plantas del santo de La Peñuela infinidad de súplicas, elevadas por las generaciones que nos han ido precediendo. Es deseo de esta Hermandad que la meditación de la misma os haya resultado provechosa. 

Si bien es cierto que hoy damos por terminados los actos de pública veneración extraordinaria a nuestro Santo, no nos despedimos hasta noviembre. Porque nuestro Patrón nos espera, día a día, para escucharnos, consolarnos y ayudarnos, ya que nunca se olvida de su querida Peñuela, La Carolina de hoy, donde mejor se hallaba y del sitio que ya no quiso salir, sino era para subir al cielo. Con nosotros pues, quedó como abogado seguro y protector nuestro. 

Al dirigir nuestras oraciones a San Juan, debemos tener una cosa muy clara. Nos sentimos identificados con él porque nuestro Patrón a lo largo de su vida gustó la cruz a secas. Le persiguieron y ultrajaron hasta hacerle decir que entre las piedras se hallaba mejor que con los hombres. Sufrió una terrible enfermedad que le llevó en una madrugada de diciembre a cantar maitines al Cielo. Pero todo lo soportaba con humildad y resignación. Nunca se le oyó una palabra de desaprobación. Nunca. Es más, se apenaba cuando la gente trataba de solidarizarse con el calvario que le estaban haciendo pasar. “Dios lo permite para gloria de sus escogidos”, será la única respuesta que dará nuestro Patrón ante la adversidad. 

Con la incertidumbre y el miedo que nos embarga, pareciera que San Juan vuelve, una vez más, a la Peñuela. Cuando algún hermano caía enfermo, San Juan ya no lo dejaba hasta que se curaba. Les acompañaba, les preparaba la comida con lo mejor que tenía el convento y se la daba de comer él mismo. Se sentaba junto al lecho y les hablaba de Dios, también de cosas terrenales. Para distraerles, llegaba a contarles chistes, él, que parecía siempre tan serio y tan callado. A pesar de la pobreza en que vivían, nunca faltaban medicinas para el enfermo, aunque estuvieran desahuciados, sólo con pensar que pudieran causarles algún alivio, movía cielo y tierra para conseguirlas. 

Hoy nos toca a nosotros dejar que San Juan nos cuide y consuele, asustados y conmovidos ante el peligro que supone esta pandemia. Y es parece que san Juan quisiera que nosotros sacásemos de esto una valiosa conclusión. De la adversidad brotan siempre los mejores sentimientos del género humano. Es momento de pensar en los demás. Llegará el día en que todo esto pase como un mal sueño. Y volveremos a salir a la calle, a reunirnos de nuevo con nuestros seres queridos y con nuestros amigos. También nos encontraremos, como siempre, con su devota imagen y reliquia en la parroquia. Y en la Ermita del Santo volveremos a adivinar, en la oscuridad de un ventanuco, la figura de nuestro Patrón, absorto en su eterna última misa en La Peñuela. 

Será ese el momento de agradecerle la protección que dispensa a un pueblo que a lo largo de los siglos se ha cobijado en los peores momentos bajo la capa de su hábito, como la asustada liebre hiciera en la misma Peñuela, que llevó siempre en su corazón. Esa confianza que La Carolina ha puesto singularmente en su santo Patrón, es el mayor patrimonio que atesoramos desde nuestra misma fundación. El fruto de santidad que San Juan dejó en nuestro pueblo, no se podrá borrar nunca. Y precisamente ésta, es la mayor honra que tenemos. 

La Hermandad de San Juan de la Cruz, desea dar las gracias, de todo corazón, a todos los que devotamente habéis seguido la novena. Confiamos en que nuestro santo Patrón haya escuchado las súplicas que a lo largo de estos días hemos traído a sus plantas. Seguiremos desde aquí publicando oraciones y todo aquello relacionado con su figura que alivie, en la medida de lo posible, la dureza de estos días. 

Antes de concluir, os pedimos que elevéis vuestro pensamiento a nuestro Santo Patrono, y en la espera del día que por fin venzamos esta terrible enfermedad, oréis por los enfermos, por los fallecidos, por tantos que luchan para atajar esta pandemia. 

Hoy, más que nunca, nace de nosotros una ferviente súplica, y llega al Cielo unida a la de tantas generaciones que nos han precedido. Es la voz que lanza a la historia la voz nítida de una Peñuela Eterna, que vibra cada 24 de noviembre en nuestra ermita, entremezclada en aroma de pólvora, con la emoción en unos corazones que laten con la sangre inmortal de nuestros antepasados, emocionados al tradicional grito con el que La Carolina proclama al infinito ¡¡¡VIVA SAN JUAN DE LA CRUZ!!!