jueves, 19 de noviembre de 2020

San Juan de la Cruz y la epidemia de gripe española de 1918


Desde la fundación de nuestra ciudad, los carolinenses han vuelto siempre sus ojos a la Purísima Concepción y a San Juan de la Cruz en caso de necesidad apremiante, por motivos de muy diversa índole: sequías, plagas, conflictos, enfermedades... Este año, lamentablemente, volvemos a enfrentarnos a una terrible pandemia, que ha obligado a suspender las antiguas y tradicionales fiestas en honor de San Juan de la Cruz. Pero conviene resaltar que esta no es la primera vez que nuestra Hermandad se enfrenta a una situación de pandemia. En este artículo, vamos a retroceder unos 100 años, y vamos a conocer en qué forma se desarrollaron los festejos de nuestro patrono, bajo unas circunstancias que tristemente nos recuerdan la situación actual que vivimos. 

No obstante, hay que tener presente que no es una situación nueva en absoluto. Prácticamente desde la fundación, nuestros gobernantes tuvieron que lidiar con diferentes enfermedades que iban desatando una alta mortalidad. Es en el año 1800 cuando nuestro pueblo se alarma por la inminente extensión de la temida epidemia de fiebre amarilla. El Intendente Carvajal dicta una serie de provisiones para proteger a las colonias, colocando a La Carolina bajo la intercesión de sus santos Patronos: 

[…] librando ante todas cosas su principal confianza sobre esto en la protección de la Purísima Virgen María concebida en gracia celestial Patrona de estas Colonias, y en la intercesión del glorioso San Juan de la Cruz y de los santos Ángeles tutelares encomendados de su custodia y amparo [...] 

Pero vamos a detenernos en la pandemia que recorrió el mundo en 1918. Una de las ocasiones en que se demuestra que la Hermandad de San Juan de la Cruz nunca ha permanecido ajena a la realidad cotidiana de La Carolina, siendo permeable a los acontecimientos que han ido afectando al pueblo. En el devenir histórico de la corporación patronal, decana de esta ciudad, han quedado reflejados muchos acontecimientos que han marcado la vida de nuestras gentes. No se puede estudiar la historia del culto y devoción de nuestro Patrón sin relacionarla de forma paralela con la historia de nuestro pueblo, pues su devenir se entrelaza en lazo indisoluble a través de los siglos, desde aquel lejano 1578, en que por vez primera San Juan de la Cruz visita La Peñuela y se enamora de ella. 

El año 1918 como decíamos, pasó tristemente a la historia por la espantosa pandemia de gripe que recorrió multitud de países con inusitada virulencia (llegarían a morir unos 50 millones de personas en todo el mundo). Nuestro país no se ve libre de la desgracia, contabilizándose unas 200.000 víctimas mortales. A la pena de perder un familiar había que sumar las grandes desgracias personales y familiares que esto ocasionaba, debido a la corta edad de la mayoría de las víctimas y la ausencia de medios de protección social. 

La Carolina no va a permanecer ajena y las fiestas de ese año son exponente del miedo que se vive por temor al contagio. La Hermandad de San Juan de la Cruz, bajo la presidencia de D. Manuel Gil Cámara, se disponía a organizar las tradicionales fiestas patronales, cuando  al solicitar del Ayuntamiento la habitual iluminación, se encuentra con el siguiente panorama: 

A instancia del concejal señor Jaúregui, en sesión plenaria de 15 de Noviembre de 1918, el consistorio trata su anunciada propuesta para que "se acuerde suspender las fiestas de San Juan de la Cruz ante el peligro de que las aglomeraciones de personal procedente de puntos infestados pueda determinar incremento de la enfermedad epidémica, proponía la suspensión de las fiestas que anualmente se celebran en honor a San Juan de la Cruz." 

El Alcalde expone al señor Jaúregui que según informes que le facilita el señor subdelegado, inspector de sanidad y médicos, la enfermedad no existe en esta ciudad, habiendo sólo muy contados casos en las afueras y aunque la fiesta es puramente popular quiere consultar con la Junta Municipal de Sanidad a la que tiene citada para mañana (16 de noviembre) a las doce. 

El concejal Señor Jaúregui le replica diciendo que en Navas de Tolosa hay muchos atacados y diariamente dos o tres defunciones, y si la marcha de la epidemia decrece, podrá desaparecer pronto y celebrarse la fiesta el diez de Diciembre. Al oír esto, el concejal señor Gil responde que no tiene interés en que se celebren o no las fiestas, pero a lo que no esta dispuesto es a que se celebren en el próximo mes. 

Declarado suficientemente discutido el asunto se procedió a votar la proposición del Señor Jaúregui resultando que votaron que se suprimieran las expresadas fiestas los Señores Villarrasa, Jaúregui, Gil y Pérez Plaza y que no los Señores Don Leopoldo Garrido, Don Miguel Campos, Rodríguez y el Presidente Señor Crespo. Como hay empate se repitió la votación ofreciendo igual resultado. En su consecuencia se resolvió por el voto de calidad del Señor Alcalde desestimando la proposición del Señor Jaúregui, y pudiéndose celebrar las fiestas sin mayor problema, eso sí, extremando la precaución en los forasteros que vinieron a las mismas. 

La Providencia posibilitó que se decretase el fin de la epidemia al comienzo de las fiestas en honor de San Juan de la Cruz. En medio del mayor entusiasmo los carolinenses acudieron masivamente a agradecer que La Carolina hubiera permanecido a salvo del contagio de sus gentes. La fiesta acostumbrada del santo carmelita sufrió con este hecho una alteración: La Inmaculada procesionó precediendo al trono de nuestro Santo Patrón, para que ambos pudieran recibir el homenaje sincero de los carolinenses en acción de gracias, por haberlos librados de la feroz epidemia. 

Afortunadamente nuestra Hermandad, en su labor de investigación, localizó una instantánea de dicha insólita procesión. En ella vemos como el cortejo, bajo la lluvia, se dirige por el Paseo Molino de Viento hacia la explanada del pabellón de Música, donde tuvo lugar un solemne Te Deum en acción de gracias. 


Sirva este artículo para comprender mejor las circunstancias actuales que obligan a suprimir los tradicionales festejos, y valorar como ya hace 100 años se aconsejaba como mejor medio para combatir la enfermedad la prevención, evitando aglomeraciones, extremando la precaución en los visitantes a la ciudad. Medidas a las que, un siglo después, los carolinenses nos hemos visto obligados a recurrir de nuevo.

Pronto llegará el día en que San Juan pueda recorrer de nuevo triunfal nuestras calles. Es tarea de todos protegernos y proteger a los demás siendo responsables, para que podamos celebrar junto a nuestro Santo Patrón el fin de esta pesadilla. Saldremos de esta, como hemos salido de tantas otras situaciones difíciles. Y un nuevo noviembre llegará, y con el, volverá la tradición.

¡¡¡VIVA SAN JUAN DE LA CRUZ!!!